Por Sebastiana Lopez
Queridos caleteros, queridas autoridades, un año más, ante ustedes para celebrar, las fiestas de nuestro querido rincón: Caleta de Arriba, o Caleta de Soria.
Este año la Comisión de Fiestas se ha fijado en mi persona para decir el pregón, lo que es para mí un halago. Pues para mi el noroeste es un orgullo, y Caleta, el rincón preferido de mi niñez y juventud, y si Dios quiere, y no me quita la vida, el de mi vejez.
De niña recuerdo cuando veníamos a Caleta acompañadas de nuestros padres y hermanas mayores a comernos el sancocho. Ese era el día grande del Pino, el día grande nuestro, porque aunque tuviésemos que venir con la cesta en la cabeza y el garrafón de agua, y con los chiquillos cogidos, para mí era una alegría enorme ponernos debajo de un cejo. Y cuando oscurecía, de vuelta a nuestras casas.
Aún recuerdo cuando veníamos por los atajos de Mr. Leacok y al llegar a la altura del torreón el olor a marisco te invitaba a bajar por la vereda que a esa altura empezaba, pero no importaba, lo hacía con ilusión.
De mi juventud recuerdo que veníamos un grupo de amigas, con el mismo recorrido, cantando alegremente. Llegábamos a Caleta, nos metíamos en el agua y después subíamos a la cueva de los Peña a comernos el potaje de coles con cebolla, lo que poco a poco se ha ido sustituyendo por el bocadillo y el yogurt.
También recuerdo las 5 ó 6 casa que habían aquí. La última era la de Pepito González, la de Lorenza, la cueva de Pepe Carlos, mi abuelo, la de Juanito Daniel con su mimosa, para que le diera sombra en el verano y zoco en el invierno.
También recuerdo con cariño la estrecha entrada de los barquillos porque la interrumpía una piedra grande que había en el centro. Poco a poco se fueron haciendo cuervas, y luego las casas. Con los años ha ido cambiando.
Harán unos 20 años unos vecinos pensaron hacer una fiesta familiar. Los chiquillos corrían, jugaban al juego del saco y varios juegos más. Mientras los mayores bailaban en uno o en otro salón de algún vecino. En 1979 pensaron que Caleta, que tanto cariño y comida le dio a sus hijos merecía algo más y así pensaron en poner una imagen, que sería Nuestra Señora del Mar. Porque ella acompañaría a sus hijos en verano y en invierno.
Así que el 24 de Agosto de 1980 Nuestra Señora llegó a Caleta, a su casa, y desde allí todos los días bendice a los pescadores para que sus redes no salgan vacías cuando a los marineros frente a ella pasan sus barcos. Y a los bañistas para que tengan prudencia.
Y para terminar, yo como pregonera, les invito, aunque no sean de Caleta, que vengan a nuestras fiestas, y si pueden, que se embarquen con Ella, pues no hay emoción más grande que acompañarla en su largo recorrido.
Y a todos, caleteros y visitantes, les animo a venir a nuestras fiestas, y que estos últimos días de vacaciones sean un compromiso de continuidad y amistad en estas próximas fiestas en honor de NUESTRA SEÑORA DEL MAR.