Por Lydia Castro Elias
Agua y acantilados. Océano y espuma. Reflujos de olas que braman y apagan el bullicio de las fiestas. El mar rompe aquí, en Caleta, con más fuerza si cabe, por estas fechas en que se rinde homenaje y se ensalza a Nuestra Sra. Del Mar.
El pueblo aparece con más ventanas abiertas que nunca, por sus inclinadas calles resuenan los vaivenes de un bullicio de verano. Caleta renace, alegre y ociosa, para ser residencia de verano de muchos valdenses y de otros que, no siendo de Gáldar, ya pertenecen a la historia de este pequeño barrio costero.
… Y llega la noche. El sol ha regalado una vez más con su ocaso a los habitantes de Caleta. El horizonte por donde se pone el sol, es el horizonte de Caleta, y con la brisa eterna del mar y contínuo ir y venir de las olas, la noche trae un momento de silencios y recogimiento, un algo de intimidad y sosiego. Sin embargo, estas noches de Agosto que hoy comenzamos, se acercan distintas. Estas noches llegan pobladas de esperanzas y alegría, de música, de risas, de conversaciones, bailes, … Son noches propiciadoras de cercanías y abrazos, de júbilo y devoción por la figura de Nuestra Señora del Mar, resumen de esperanzas y creencias en la imagen sagrada de la Virgen.
Es Caleta un rincón precioso de marineros. Un lugar de encuentro entre océano y tierra. Un lugar de lucha contínua entre estos dos mundos. Donde la roca se yergue orgullosa y desafiante ante el continuo avance del mar. Donde la imperecedera estampa de los acantilados dan confianza y seguridad al hombre del mar, ante la voluble y peligrosa forma del océano. Así surge el barrio. Escondido entre las rocas, pegado a la tierra y desafiando minuto a minuto, día a día, años tras año, el empuje del mar furioso, pero acogiendo con alegría, los tiempos calmos de la bonanza.
Así, sus gentes, encuentran en el día a día, el apego por la tierra que los vió nacer y el impulso por el mar que los sustenta y alimenta. Así, el carácter marinero que aún se respira por todas las esquinas de Caleta. La costa brava del norte tiene aún estelas marcadas por las quillas de sus barcas. Las redes se echan aún con la firme esperanza de recogerlas bien llenas de pescado, y aún hay quien por las mañanas, mira atento cómo se comporta el mar, para ver, con ojos que han recogido la experiencia de años, si va a haber buen tiempo. Es esta la comunión exacta entre el hombre, el mar y la tierra.
Y es en esta síntesis donde aparece con más fuerza y con más motivo, la presencia de Nuestra Señora del Mar.
Se desvive, en este tiempo, la gente de Caleta por festejar la gracia de vivir en este pequeño rincón marinero. Es hora de regalarse con la diversión, la parranda y el jolgorio. Es hora de vivir la noche junto al amigo, junto al vecino, el familiar o el foráneo que viene a disfrutar de la alegría de las calles de Caleta en este Agosto de calor y expansión. Es hora de hacerse partícipe de la unión y del esplendor de estas fiestas. ¡ Ojalá que ese sentimiento de sencillez y ternura, de alegría, de plenitud, se desborde y nos envuelva a todos, en medio del clamor fresco de la noche!
Es momento de servir con regocijo a nuestra patrona. De ofrecerle nuestro tiempo de diversión. De mostrar nuestras caras eufóricas a la Virgen, de encontrar el sentir profundo del pueblo entre los alegres jaleos de sus habitantes en época de festividades.
Será, una vez más, el mar quien nos acompañe, y una barca, como un pedacito de tierra flotante, quien guíe a Nuestra Señora marinera en su paseo anual por las aguas. Un año más, el alborozo tendrá sentido de plegaria para todo el año y de alabanza a la Virgen.
Llegan así el juego y el sano retozo a nuestro rincón marinero. Este pueblo de casitas incrustadas en las rocas, celebra hoy su fiesta mayor en honor a su patrona que, como un símbolo, preside las barcas desde su altar de roca y las bendice siempre que salen a la mar, como la madre que bendice a sus hijos.
La alegría, que no es más que la expresión de un pueblo, debe ser completa cuando podemos reafirmar cada año nuestra devoción y nuestro entusiasmo conservando, preparando y consolidando estas fiestas. De todos nosotros depende. Del sentir de los habitantes de este barrio marcado por las olas.
¡ Caleteros, la hora de la diversión ha llegado!. Calmemos así la sed de júbilo. Despeñemos el aburrimiento, la sensatez, la apatía, la desgana. Hundamos en las fosas del fondo marino la censura, la desdicha, la tristeza, la pena, los llantos. Hagamos de la fiesta, el regocijo de un pueblo con ganas de vivir. Saquemos con las redes de la diversión, la alegría, el canto, el gozo, el atrevimiento, el optimismo, el chiste, la picardía.
¡ Que sea este pregón una invitación clara y espumosa, como nuestro mar, a ser todos nosotros protagonistas ¡.
¡ Animemos todos nuestra fiesta!. Cerremos por unos días los ojos y acojamos la vida con una sonrisa.
¡¡¡ La Fiesta ha comenzado!!!
Agua y acantilados. Océano y espuma. Reflujos de olas que braman y apagan el bullicio de las fiestas. El mar rompe aquí, en Caleta, con más fuerza si cabe, por estas fechas en que se rinde homenaje y se ensalza a Nuestra Sra. Del Mar.
El pueblo aparece con más ventanas abiertas que nunca, por sus inclinadas calles resuenan los vaivenes de un bullicio de verano. Caleta renace, alegre y ociosa, para ser residencia de verano de muchos valdenses y de otros que, no siendo de Gáldar, ya pertenecen a la historia de este pequeño barrio costero.
… Y llega la noche. El sol ha regalado una vez más con su ocaso a los habitantes de Caleta. El horizonte por donde se pone el sol, es el horizonte de Caleta, y con la brisa eterna del mar y contínuo ir y venir de las olas, la noche trae un momento de silencios y recogimiento, un algo de intimidad y sosiego. Sin embargo, estas noches de Agosto que hoy comenzamos, se acercan distintas. Estas noches llegan pobladas de esperanzas y alegría, de música, de risas, de conversaciones, bailes, … Son noches propiciadoras de cercanías y abrazos, de júbilo y devoción por la figura de Nuestra Señora del Mar, resumen de esperanzas y creencias en la imagen sagrada de la Virgen.
Es Caleta un rincón precioso de marineros. Un lugar de encuentro entre océano y tierra. Un lugar de lucha contínua entre estos dos mundos. Donde la roca se yergue orgullosa y desafiante ante el continuo avance del mar. Donde la imperecedera estampa de los acantilados dan confianza y seguridad al hombre del mar, ante la voluble y peligrosa forma del océano. Así surge el barrio. Escondido entre las rocas, pegado a la tierra y desafiando minuto a minuto, día a día, años tras año, el empuje del mar furioso, pero acogiendo con alegría, los tiempos calmos de la bonanza.
Así, sus gentes, encuentran en el día a día, el apego por la tierra que los vió nacer y el impulso por el mar que los sustenta y alimenta. Así, el carácter marinero que aún se respira por todas las esquinas de Caleta. La costa brava del norte tiene aún estelas marcadas por las quillas de sus barcas. Las redes se echan aún con la firme esperanza de recogerlas bien llenas de pescado, y aún hay quien por las mañanas, mira atento cómo se comporta el mar, para ver, con ojos que han recogido la experiencia de años, si va a haber buen tiempo. Es esta la comunión exacta entre el hombre, el mar y la tierra.
Y es en esta síntesis donde aparece con más fuerza y con más motivo, la presencia de Nuestra Señora del Mar.
Se desvive, en este tiempo, la gente de Caleta por festejar la gracia de vivir en este pequeño rincón marinero. Es hora de regalarse con la diversión, la parranda y el jolgorio. Es hora de vivir la noche junto al amigo, junto al vecino, el familiar o el foráneo que viene a disfrutar de la alegría de las calles de Caleta en este Agosto de calor y expansión. Es hora de hacerse partícipe de la unión y del esplendor de estas fiestas. ¡ Ojalá que ese sentimiento de sencillez y ternura, de alegría, de plenitud, se desborde y nos envuelva a todos, en medio del clamor fresco de la noche!
Es momento de servir con regocijo a nuestra patrona. De ofrecerle nuestro tiempo de diversión. De mostrar nuestras caras eufóricas a la Virgen, de encontrar el sentir profundo del pueblo entre los alegres jaleos de sus habitantes en época de festividades.
Será, una vez más, el mar quien nos acompañe, y una barca, como un pedacito de tierra flotante, quien guíe a Nuestra Señora marinera en su paseo anual por las aguas. Un año más, el alborozo tendrá sentido de plegaria para todo el año y de alabanza a la Virgen.
Llegan así el juego y el sano retozo a nuestro rincón marinero. Este pueblo de casitas incrustadas en las rocas, celebra hoy su fiesta mayor en honor a su patrona que, como un símbolo, preside las barcas desde su altar de roca y las bendice siempre que salen a la mar, como la madre que bendice a sus hijos.
La alegría, que no es más que la expresión de un pueblo, debe ser completa cuando podemos reafirmar cada año nuestra devoción y nuestro entusiasmo conservando, preparando y consolidando estas fiestas. De todos nosotros depende. Del sentir de los habitantes de este barrio marcado por las olas.
¡ Caleteros, la hora de la diversión ha llegado!. Calmemos así la sed de júbilo. Despeñemos el aburrimiento, la sensatez, la apatía, la desgana. Hundamos en las fosas del fondo marino la censura, la desdicha, la tristeza, la pena, los llantos. Hagamos de la fiesta, el regocijo de un pueblo con ganas de vivir. Saquemos con las redes de la diversión, la alegría, el canto, el gozo, el atrevimiento, el optimismo, el chiste, la picardía.
¡ Que sea este pregón una invitación clara y espumosa, como nuestro mar, a ser todos nosotros protagonistas ¡.
¡ Animemos todos nuestra fiesta!. Cerremos por unos días los ojos y acojamos la vida con una sonrisa.
¡¡¡ La Fiesta ha comenzado!!!